miércoles, 29 de enero de 2014

INVESTIGACIÓN ACERCA DE

LAS CÉLULAS MADRE ADULTAS


¿Por qué tardó tanto este descubrimiento? Se puede encontrar la respuesta en la historia de la ciencia misma, donde frecuentemente los descubrimientos suceden una vez que se cuenta con las herramientas necesarias. Por ejemplo, ¿cómo se descubrieron las bacterias? Después del desarrollo del microscopio. El microscopio fue originalmente ideado para calcular la densidad del hilo en las telas. Un día, por curiosidad, Anton Van Leeuwenhoek usó su microscopio para ver una gota de agua y describió por primera vez minúsculos organismos moviéndose allí. Las bacterias fueron observadas por primera vez  .  .  .  y no únicamente así fueron descubiertas las bacterias, sino que pronto se dieron cuenta que éstas se encuentran en todos lados.

El descubrimiento de la función de las Células Madre en el cuerpo, sigue el mismo guión. Una proteína espontáneamente Fluorescente, llamada proteína verde,

fluorescente (PVF), fue aislada de la medusa Aequoria victoria, localizada en la profundidad del océano. Ya que la PVF es una proteína, es posible derivar el ADN responsable de su producción e incorporar el gen de la PVF en el núcleo de una célula madre. En este caso, todas las células derivadas de la célula madre fluorescente original también serán fluorescentes. El descubrimiento de la PVF es de tal importancia que, de hecho, fue galardonado con el Premio Nobel de Química en el 2008.



Cuando los científicos comenzaron a inyectar células madre fluorescentes en animales irradiados, un tratamiento que mata todas las células madre en el cuerpo, enseguida las células del tejido fluorescente comenzaron a aparecer en varios tejidos. Pero más notable fue el hecho de que si se ocasionaba una herida en cualquier tejido específico, el área de la herida pronto comenzaría a exhibir importantes cantidades de fluorescencia. El área dañada estaba siendo cubierta con nuevas células funcionales especializadas de ese tejido, pero las células eran fluorescentes, indicando que provenían de la médula ósea. Un proceso que hasta entonces había sido virtualmente invisible, de pronto se hacía visible: ¡un descubrimiento que está cambiando la forma en que se aprecia la ciencia biológica!


Debido al descubrimiento de la PVF, se demostró que las células madre adultas que provienen de la médula ósea tienen la habilidad natural de convertirse, dentro del cuerpo, en células del hígado, músculo, retina, riñón, páncreas, pulmón, piel y hasta del cerebro... poniendo fin al dogma de que nacemos con un número determinado de células cerebrales y de que el cerebro no se puede regenerar. Pero la observación más fascinante que resalta de estos estudios, es que este proceso es natural. Después de una herida o un simple trauma en un órgano, las células madre de la médula ósea viajan hacia ese órgano y desempeñan un papel crucial en el proceso de reparación del tejido.

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